domingo, 2 de enero de 2011

De la cultura organizacional a la sociedad de masas



Quizá haya escuchado por estas épocas que las fiestas de navidad y año nuevo ya no son como antes. Muy seguramente habrá notado que aunque el ambiente sea de fiesta existe aún la presión por el trabajar y el producir.

El mercado actual se mueve tan rápido que no alcanzamos a detenernos y disfrutar del verdadero significado de la Navidad ni del cambio de año. Anteriormente el jolgorio dominaba las cuadras de las ciudades motivando a los vecinos a compartir los platos preparados en casa.

Pero ¿qué estará sucediendo? Es posible que la economía esté tan reducida que ya no se reúnen 5 familias en un hogar, sino una sola. ¿Es necesario tener mucho dinero para que haya un gran sancocho en el vecindario?

Tengo una respuesta personal a todo esto y desde mi perspectiva, sujetada a las nuevas culturas organizacionales, pienso que lo que se ha perdido es el valor de ser ‘humano’. Nos hemos convertido en máquinas de hacer dinero, reducimos la navidad a los regalos y pasamos por alto su verdadera razón de ser: compartir el valor de la unidad y el amor en familia.

Antes las empresas daban esos días como muestra de agradecimiento con sus colaboradores por haber logrados los objetivos colectivos de la organización. Pero hoy cada vez esos objetivos son más ambiciosos, no tienen fin. Si se produce más ese era el trabajo del empleado; si se produce lo mismo, se cumplió con la labor; pero si se produce menos, algo está pasando con ellos.

Gerencialmente, si nos ponemos en la tarea de encuestar a un empleado que trabaja en navidad, o en la víspera del año nuevo, podremos encontrar 2 clases de respuesta: la de aquel colaborador que no va a producir lo mismo porque querrá estar en casa con la familia o de aquel que sabe que su trabajo es realmente necesario, es decir, que si no trabaja ese día, cientos de personas podrían resultar afectadas. Ejemplo, los policías.

Hay un hambre por el dinero que ha cegado al ser humano con la venda del ‘Tengo que trabajar’, pero es posible que no se pueda concertar culturalmente metodologías para disfrutar de verdad las fiestas. Si una persona necesita comprar regalos estoy seguro que lo haría un día antes si los almacenes no abrieran los días de fiesta.

En Argentina por ejemplo, los domingos son casi sagrados, la gente descansa y la gran parte de los locales comerciales no abren. En Israel el sábado es el día de descanso y la actividad comercial se reduce en un 70%. En los países musulmanes las tardes de los viernes son sagradas y durante el Ramadán solo se trabaja medio día. Pregunto: ¿se están muriendo de hambre los judíos y los musulmanes? Creo que se trata de preservar la cultura.

No crítico la labor de las grandes compañías, por el contrario, extiendo una invitación para que se genere una cultura organizacional que además de lograr los objetivos de la empresa, logré la reencarnación de la cultura familiar.

Recuerde que una empresa más que un medio para vivir, es una gran familia que genera oportunidades de desarrollo. EB

No hay comentarios:

Publicar un comentario